Agustín Martínez Escribano

Agustín Martínez Escribano (Decathlon 1986)

Agustín Martínez Escribano (Decathlon 1986)

Especialista en Anestesiología y Cuidados Intensivos de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid.

Licenciado en Medicina y Cirugía en la Universidad de Valladolid en 1993.
Doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad de Salamanca en 1997.

Empezó en Peñalba con el colegio recién construido. Pertenece a la 4ª promoción (Decathlon, 1986). Estudió medicina en Valladolid y se doctoró en la Universidad de Salamanca. Tiene 6 hijos, y los 4 varones han estudiado en Peñalba. 2 de ellos ya son también antiguos alumnos.

Comenzamos por lo más reciente: tu incorporación a la Clínica Universidad de Navarra en su sede de Madrid.

Cuando tuve noticias del proyecto de la nueva clínica en Madrid, supe que buscaban a profesionales con determinados perfiles. En concreto, buscaban anestesistas con experiencia en anestesia y analgesia en obstetricia, y yo he dedicado más de 10 años de mi vida profesional a la analgesia de las mamás en el parto. Envié el curriculum, me citaron para una entreviste de trabajo y, desde entonces, todo ha sido trabajar feliz.

Me imagino que para ti y muchos de tus compañeros, por no decir todos, es un reto comenzar un nuevo hospital en una ciudad tan grande como Madrid.

Obviamente es un gran reto, pero con la experiencia y el respaldo de una institución como la Universidad de Navarra detrás. Empezar un hospital desde el minuto uno es duro porque todo tiene que funcionar perfectamente antes de usarlo con una persona. Los primeros meses fueron de un trabajo de formación de todo el personal muy intenso para tener todo a punto antes de recibir al primer paciente. Ahora ya todo va rodado. Ya vamos a cumplir nuestro primer año de actividad.

Empezar un hospital desde el minuto uno es duro porque todo tiene que funcionar perfectamente antes de usarlo con las personas

Qué te aporta esta nueva etapa de tu vida profesional porque has trabajado durante años en Palencia y Valladolid, si mal no recuerdo.

En mi anterior etapa, yo era autónomo. Me pasaba día y noche trabajando como todos los autónomos. Ahora trabajo lo mismo pero de forma más ordenada y con más tiempo para mi familia. Profesionalmente, estoy en el mejor hospital privado de España con mucha docencia e investigación que, en Medicina, es fundamental para dar a nuestros pacientes los tratamientos más avanzados de los posibles.

Qué destacarías de este nuevo hospital para todos los lectores de nuestra revista y sus familias porque algunos se pueden plantear –en algún momento– acudir a los servicios de la Clínica en Madrid.

Yo creo que la Clínica Universidad de Navarra ya la conoce todo el mundo. Ya son muchos años de estar en la vanguardia de la medicina. La clínica en Madrid es lo mismo que en Pamplona. Somos el mismo hospital, pero con dos sedes. Tenemos grandes especialistas en los servicios básicos de un hospital y, en servicios con más especialización o con menos pacientes, hay especialistas de Pamplona que se desplazan a Madrid para atenderlos. La Clínica favorece mucho el intercambio de conocimiento y la participación de los profesionales en ambas sedes

¿Ser hijo de médico, esposo de médica y padre de futuro médico quiere decir que esta inclinación a la medicina está muy enraizada en la familia Martínez?

Pues cierto que sí. Te faltó nombrar que también soy hermano de médico. El abuelo Agustín es un gran pediatra, y la gente que dedica su vida a los niños sólo puede transmitir cosas buenas a su alrededor (algo como lo que pasa con los profesores). Aunque la vida del médico no es precisamente cómoda, si la vives desde cerca también te das cuenta de los “premios” que recibes ayudando a los demás en los momentos delicados de la enfermedad.

Aunque la vida del médico no es precisamente cómoda, si la vives desde cerca también te das cuenta de los “premios” que recibes ayudando a los demás en los momentos delicados de la enfermedad

Han pasado más de treinta años de la terminación de tus estudios en Peñalba. ¿Qué recuerdos quedan de aquella etapa?

Por supuesto los mejores. Aquellas tutorías en las que te daban consejos que he entendido mejor muchos años después. Ahora tengo recuerdos muy claros de mis tutores (¡cómo me conocían!) dando siempre un consejo más que oportuno en cada momento. La verdad es que mis recuerdos del colegio ahora están cargados de cariño que se multiplica al ver que ese mismo espíritu continua en los profesores que atienden a mis hijos.

Y, ¿cómo padre de alumnos, que te ha aportado el colegio?

Mucha paz. El colegio, en cuanto a la formación de mis hijos, es un amigo que rema en la misma dirección. Puedo ir con plena confianza a las tutorías sabiendo que el profesor encargado, sea quien sea, también está interesado en que mis hijos den lo mejor de sí mismos.

¿Desea añadir alguna cosa más?

Sí. Siempre estaré agradecido al colegio y espero poder colaborar como padre y, si Dios quiere, hasta como abuelo algún día, con cualquier iniciativa que ayude a más familias como lo han hecho con la mía.

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