¡Adiós Juan!

Un recuerdo entrañable

Llegó al Colegio en 4º de Primaria y tuve la suerte de llevarme bien con él desde el comienzo. Mis padres me llevaban a su casa con frecuencia para pasar las tardes. Hace cuatro semanas subimos a los Lagos de Covadonga Tito Beltrán, Juan y yo con intención de hacer una excursión al pico Requexón. El tiempo era muy malo y finalmente nuestro plan fue sentarnos en su cabaña, al fuego y charlar apaciblemente. Él destacaba que todos los niños deberían pasar por Valdelugueros. Que sin duda eso les fortalecería y les ayudaría en su vida.

Cuando terminó el colegio, se fue a estudiar a la Universidad de Navarra. Manteníamos contacto cada poco. Le gustaba mucho juntarse con nuestra pandilla de amigos de la urbanización El Pichón.
Al terminar la carrera, se volvió a Valladolid a trabajar una temporada y finalmente se animó a venir a Bristol donde yo residía en esos años.

Gran apasionado del cine, se venía a mi casa tardes enteras a ver buenas películas. Siempre se metía conmigo porque no aguantaba ni quince minutos despierto.

Disfrutaba mucho de la vida. Le encantaba juntarse con amigos y no era raro que de repente te mandara un audio sin venir a cuento para ofrecerte algún plan: “Nacho, Nacho tío; ¿qué hacemos hoy? Vamos a dar un paseín al centro, ¿cenamos en tal sitio?, o ¿qué hacemos?”. Si no le contestabas, al rato insistía.

Siempre le recordaremos con una gran sonrisa y con ganas de ver a sus amigos y decir alguna “bobada” que, sin duda, nos hacía reír.

 NACHO ABASCAL

Una persona que ha dejado huella

Ahora que ya estás en el cielo, muchos han evocado en diferentes grupos de Whatsapp algún recuerdo especial que han vivido contigo: “Hace unos días me mandó un audio porque se acordó de mí al ver un anuncio de la calle”. “El otro día me trajo en coche a Madrid y no me dejó pagarle ni el peaje”. “Nosotros nos hicimos una foto juntos para mandarla al grupo de amigos”. “Hace poco tiempo se levantó de una cena con sus compañeros de trabajo para venir encantador a saludarme”.

Ese has sido tú, querido Juan. Alguien encantador con todos los que nos hemos cruzado en tu vida. Una persona que ha dejado huella por donde ha pasado.

Y ahora, que acababas de cumplir 33 años, te vas desde la montaña (¡Cómo te gustaba la montaña!) a dejar huella en el cielo. Ahí te esperaba tu tocayo, San Pedro, para verte entrar por la puerta grande: una caja de botellas de sidra, una docena de huevos, las botas de monte y una sonrisa de oreja a oreja mientras arqueabas tus cejas hacia arriba.

ABU ABASCAL

Una reflexión sobrenatural

Sabemos muy bien, porque somos personas de fe, con más o menos fe, pero que venimos a este templo a rezar por Juan, y él os lo agradece a todos y cada uno, y sabemos que nada más grande podemos hacer por un ser querido fallecido que ofrecer por él la Santa Misa (…).

Y quizás durante estos días a veces nos venga la pena, incluso el llanto por su ausencia, que se nos quiebre la voz o no sepamos a dónde mirar al pensar en él… pero antes que esos sentimientos lógicos y necesarios, lo contrario sería raro, nos puede ayudar pensar en unas palabras muy conocidas de San Agustín, que desde el cielo alguien dirigía a algún ser querido, y que bien podemos poner en labios de Juan:

No llores si me amas. ¡Si conocieras el don de Dios y lo que te espera en el Cielo! ¡Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si tuvieras ante tus ojos el horizonte que yo veo, los campos eternos y los senderos que atravieso! ¡los valles y montañas que te aguardan! ¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la Belleza ante la cual palidecen todas las bellezas!

Homilía del capellán de 
Peñalba en su funeral

Ángeles vestidos de verde

A todos nos dio un vuelco el corazón la madrugada del domingo al lunes a medida que recibíamos mensajes, llamadas… ¿Realidad? ¿Ficción? Parecía como si estuviéramos inmersos en una de tus innumerables películas, que tanto te gustaban ver. No salíamos del asombro, nos costaba creer que fuera cierto. Muchas preguntas, pero casi todas sin respuesta. Salvo una. Estabas haciendo lo que querías, disfrutando de tu nueva afición de la forma que tú
quisiste, llegando a lo más alto.

Pero, lamentablemente, el pasado martes se confirmó la realidad. Después de prácticamente dos días llegabas de noche entre la oscuridad y a hombros de seis ángeles vestidos de verde, guiados por unas linternas en su cabeza, su corazón, su profesionalidad y fieles al compromiso de traerte como aseguraron que harían. El equipo del Greim y Ereim que no descansó ni un solo minuto desde el primer momento. Y con los que estaremos eternamente en deuda (…).

Ahora estarás a los pies de la Santina de Covadonga, madre de todos los asturianos, quien te seguirá cuidando.

Fragmentos de la carta de 
PABLO NOVAL en el funeral
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